Existe una habilidad, que es inversamente proporcional al ego, y que nos permite conectar con la otra persona, entender sus sentimientos y el por qué actúa cómo actúa aunque no estemos de acuerdo con ello.
La falta de comprensión hacia los demás, los malentendidos en la comunicación y la mentalidad rígida, con puntos de vista inflexibles, componen la receta perfecta para los conflictos entre las personas.
En todas las facetas de la vida se producen choques de opiniones, comentarios sacados de contexto, con tonos inadecuados y la negativa por una de las partes para considerar que, lo que la otra persona está defendiendo pueda ser razonable.
En estas situaciones, se produce un combate entre egos. Y salir de ahí es complicado una vez que ha empezado la disputa, da igual si ha sido con tu pareja, hijos, amigos, compañeros o con el vecino de la puerta de al lado.
Pero existe una habilidad, que es inversamente proporcional al ego, y que nos permite conectar con la otra persona, entender sus sentimientos y el por qué actúa cómo actúa, aunque no estemos de acuerdo con ello. Esto es lo que la Empatía hace por nosotros: entender cómo se siente el otro y cual es su punto de vista, para poder decidir la mejor salida a una situación.
La Empatía es la capacidad para ponerse en el lugar del otro, sintiendo y entendiendo cómo el otro.
Conectando con sus motivos. Cuando somos capaces de comprender cómo se siente alguien o cómo le afecta un problema, podemos conectar con su punto de vista. Ponernos en la posición de la otra persona no significa que nos dejemos influir por ella o que nos afecte su estado, simplemente, nos permite comprender y entender sus motivos. Cuando entendemos y comprendemos al otro, estamos en un punto de partida diferente, partimos de la conexión y no del conflicto.
No se puede solucionar nada que no se comprenda primero.
Y para hacerlo tenemos que cuidar nuestra comunicación.
Y cuidar nuestro vocabulario.
Si solo estás interesado en discutir tu postura o tu sentir, te aseguro que no se resolverá tu problema. Se reducirá a un trato de poder sobre la otra parte, desde una relación de fuerza para reconducir la situación en una falsa ilusión de control. Ego contra ego.
Mientras no seas capaz de sentar a tu ego para entender las necesidades y carencias, no conectarás y no hallarás paz.
Es más fácil victimizarse y culpar; que entender y afrontar, y recoger responsabilidades. Que grande nuestro ego, que pequeña nuestra empatía.
“La empatía es el cable conductor para la conexión humana”
No todas las personas tienen el mismo nivel de empatía.
La “cantidad” de empatía con la que cuenta una persona tiene un componente genético (alrededor del 10%, según estudios) y está influida por la educación y experiencia de la persona. También tiene un componente sexual y social, las mujeres suelen ser más empáticas que los hombres, ya que evolutivamente han tenido que entender el llanto y gestos de los bebés.
Como aprender y practicar la empatía:
La empatía es una habilidad que se puede aprender y se puede practicar, su punto de partida es la escucha y la observación: observar y escuchar con atención. Aquí, lo difícil:
“Cuando te están contando algo ¿cuánto tiempo tardas en interrumpir con un comentario personal tuyo relacionado con el mismo tema?”
Cuando la otra persona te habla, la oyes, pero sigues pensando en tu cabeza cómo te afecta eso a ti, qué es lo que harías tú o lo que dirías tú… El resultado: no la escuchas, no la entiendes y te pierdes el verdadero significado del mensaje.
La empatía, por tanto, es una habilidad social, y es una de las Soft Skills más demandadas por las empresas. A mayor nivel de empatía, mayor cociente de inteligencia emocional.
Escuchar lo que la persona dice, y observar cómo lo dice. Cómo gesticula y si su lenguaje verbal y no verbal son coherentes. Entender su diálogo, sus juicios, sus creencias, ellos describen su mapa mental.
Si consigues desgranarlos, entenderás lo que de verdad es importante para esa persona. Entenderás su necesidad. ¿No tienes curiosidad?
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