¿Te ofendes con facilidad? por Carolina Collado

¿Te ofendes con facilidad? por Carolina Collado

La inteligencia emocional es vital para gestionar una ofensa. Carolina Collado, experta en coaching nos da las principales herramientas para sentirte mejor.

Tu respuesta, probablemente, sea no. No nos gusta reconocer que nos sentimos ofendidos.  Sin embargo, seguro que alguna vez te has sorprendido a ti mismo reaccionando exageradamente ante un comentario que, pensado a posteriori, no tenía tanta importancia, “no era para tanto”.

“Pero cómo te pones “, “Todo te lo tomas mal”, “No tienes aguante” …

Si escuchas esto a menudo, probablemente es porque te ofendes más de lo que quieres reconocer.

Una ofensa, no es otra cosa que algo que entendemos como una amenaza para nosotros provocándonos una reacción física. Es ese “algo” que otro hace o dice y qué dejamos que nos encienda por dentro al entenderlo cómo un ataque directo. No es más que la interpretación que hacemos de ese comentario, ese gesto, esa broma o ese acto de un tercero.  Es el significado que le damos.

Al ofendernos le damos el poder al otro: “Quien te enfada, te domina.”

La ofensa tiene, por definición, un componente subjetivo en ella misma, ya que depende de cómo interpretemos lo que está pasando, de cómo nos contemos la situación en nuestra cabeza.

La ofensa es cómo la sal que cae en la herida abierta. Si la piel está sana, esa sal simplemente resbalará hasta caer, pero cuando tenemos heridas emocionales, esa sal entra y escuece, nos enfada e irrita, nos duele. Es nuestra responsabilidad curar la herida en vez de culpar a la sal.

 

Cuando dices “no me ofendas” lo que estás diciendo es “no me pongas en una posición vulnerable ante ti”. Cuando te ofendes, le das al otro el poder sobre ti, mostrándote vulnerable sobre las cosas que te duelen y hacen daño. Le estás enseñando tus heridas.

Cuando le dices a alguien, “no me enfades”, le estás culpando de tu malestar haciéndole responsable de cómo te sientes porque haber hecho o dicho algo que no era lo que esperabas.

No es la situación, la persona o el hecho lo que te ofende; es tu “herida emocional”:  tu experiencia anterior y los recuerdos de la misma, tu autoestima que no te puede sostener ante la inseguridad que te recorre y es tu falta de gestión emocional lo que te hace reaccionar de forma desproporcionada para arrepentirte y pagar las consecuencias luego.

Nadie puede enfadarte ni ofenderte sin tu consentimiento, tú eres el único responsable y el que puede decidir cómo reaccionar haciéndote cargo de tus emociones.  De aquí el dicho “no me ofende quien quiere, sino quien puede”. Un signo de inteligencia es saber elegir bien las batallas y cuando, realmente, una ofensa es un ataque hacia nosotros digno de reacción, cuando necesitamos plantar cara y poner límites.

Entonces, ¿es bueno o malo ofenderse

 

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